Compartir lo que te apasiona

Te sorprenderías de lo emotivo que puede ser el escuchar a alguien hablar con pasión. ¿Has tenido alguna vez esa oportunidad? Si no recuerdas ninguna es que no la has tenido. Son cosas que no se olvidan. Quizás has podido olvidar parte del contenido, pero no lo que te hizo sentir. La temática realmente no es relevante si la persona hablaba desde el corazón; puede conseguir que te enamores de lo que sea. Ese es el poder de los sentimientos y de las palabras. 

Hay pocas cosas que me causen más satisfacción que hablar de aquello que me hace sentirme viva, despierta, ilusionada, llena de curiosidad y energía. Aquello que me potencia, me da fuego y me impulsa en los días que me siento más perdida. Personalmente, encuentro un gran regocijo al compartir mis emociones por la naturaleza, por la conservación del medio ambiente y su conocimiento; me da la vida saber de historias de superación, historias llenas de valentía y de amor; me fascina la intrínseca sed de dar y recibir amor del ser humano, su deseo de superación, de conocerse, de alcanzar su mejor versión.

Sin embargo, hoy en día la apatía, el desánimo y la desorientación por la vida han pasado a ser la norma, mientras que los sueños parecen ser un lujo que pocos pueden permitirse. Las personas se dirigen muy pocas veces desde la pasión. Han pasado a conformarse con vivir. Desde mi punto de vista, dista mucho de sentirse orgulloso una vida vivida de esta manera. Pero seamos indulgentes. Siempre hay que tener en cuenta desde donde se parte, desde donde partimos. Partimos de un mundo en el que nos recuerdan en cada momento las múltiples incertidumbres y problemas que nos desafían como individuos y como humanidad. 

No es difícil que el miedo gane la batalla al corazón cuando tu instinto más básico de supervivencia, aunque apaciguado, sale a la luz con una creciente frecuencia. ¿Quién en su sano juicio no decidiría ponerse a resguardo? ¿Y quién sería capaz de mantenerse en pie frente a la corriente cuando la sensatez parece indicar lo contrario? Quizás sería momento de cuestionarnos lo que se considera sensato. Debo reconocer que todo esto despierta en mi cierta rabia y frustración. No soy capaz de aceptar que se considere “sensato” la falta de fe hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia el ser humano; no soy capaz de aceptar que se considere “sensato” el sucumbir a las inseguridades mayormente exacerbadas e irreales que el mundo nos transmite y que al mismo tiempo seamos impermeables e insensibles a cuestiones que merecen mucha más atención; no soy capaz de aceptar el mero hecho de que estemos dejando que el miedo controle nuestras vidas. Al fin y al cabo, no deja de ser el origen de todo el sufrimiento que vemos en el mundo.

Yo os propongo que aprendamos a caminar a su lado, que lo aceptemos, pues el miedo es humano. Pero que recordemos en todo momento cuál es su papel y que nos declaremos responsables de la dirección de nuestras vidas. Yo os propongo que retomemos la pasión en nuestros pensamientos, en nuestro lenguaje, en nuestras acciones. Yo os propongo que desde ya, desde este mismo instante, traigamos pasión a nuestras vidas y a las vidas de los demás. ¿Recuerdáis el inicio del artículo? ¿Que jamás olvidaríais la experiencia de escuchar a alguien hablar con pasión? Sin duda alguna, convertiéndonos en apasionados y apasionadas contribuiremos de una manera inimaginable a hacer de este mundo un lugar mejor.

Leave A Reply

Navigate