Confía en los demás

Confianza. Cuánto poder reside en esta palabra. Resulta curioso que por mucho que tengamos este término en tanta estima y esté tan arraigado en la sociedad, no son pocas las personas que me he encontrado por el camino que parecen tener miedo a confiar. Es más, algunas me han advertido que mi forma de interactuar con otros tiende a ser demasiado inocente. Dicen que “confío demasiado en los demás”. Pero, ¿cuánto es demasiado? Dicha observación me dio que reflexionar y cuestionarme qué tiene realmente de cierto, si debería tomar su consejo y ser más… ¿cauta? ¿desconfiada?. ¿Cómo explicarías la desconfianza? Da la impresión de que es una sagaz forma de decir que esté alerta. Pero, ¿alerta de qué?¿Acaso es más acertado por mi propio bien el esperar lo peor de los demás, por si acaso? Al pensar de esta manera estamos poniendo en práctica inconscientemente el triste pero famoso refrán “piensa mal y acertarás”. ¿Y si le damos la vuelta? ¿Y si lo transformamos en “piensa bien y acertarás”? 

Esta reflexión me ha traído a la mente la frase de Henry Ford:

Tanto si piensas que puedes como que no puedes, estás en lo cierto”

La he moldeado a mi gusto trayendo de vuelta el tema clave de este artículo, la confianza:

Tanto si esperas lo mejor como lo peor de los demás, estarás en lo correcto”

Con nuestra manera de ver a otros confirmamos nuestras propias sospechas. Seguramente reflexionando así nos cueste mucho más descubrir el lado positivo de las personas, sus buenas intenciones, su mejoría y todo lo que aún son capaces de aportar. Es realmente preocupante que ese dicho popular haya sido una premisa en tantas bocas. Personalmente lo he oído de forma recurrente en mi vida. ¿Por qué ha calado tanto en la sociedad teniendo una connotación tan negativa? ¿Qué es lo que realmente nos está transmitiendo? Muchas veces reflexiono que los acontecimientos del mundo no dejan de ser un reflejo de la manera en que lo vemos. Pero me animo al recordarme que en todo momento podemos tomar la decisión de verlo de forma diferente y que no por ello somos menos realistas.

Una de las formas más poderosas y bellas para comenzar es cambiar los ojos con los que miramos a los demás. Pongámonos a nosotros mismos como ejemplo. Seguro que hay cosas que hemos hecho o que quizás no hemos hecho, de las que nos arrepentimos. Quizás no hayamos actuado de la mejor manera en algún momento determinado, pero somos conscientes de que nuestro potencial es mucho mayor que lo que hayamos expresado, independientemente de las circunstancias. Nuestra propia valía poco se equipara al hecho en cuestión. Somos mucho más que nuestras acciones. Ahora bien, imagina que alguien te juzga por esas acciones. ¿Cuánto crees que se acercaría a ti ese juicio? No estabas expresando quién eres realmente, solo era un reflejo de los conflictos y luchas que tienes contigo mismo diariamente.

Se requieren muchas obras para construir una buena reputación y sólo una mala para perderla”.

Benjamin Franklin

Pero evolucionamos, aprendemos, mejoramos. Y la mayor evolución se origina a través de la confianza, hacia nosotros mismos y hacia los demás. ¿No creéis que encasillar a alguien por sus acciones es indudablemente injusto? ¿Acaso sabemos cómo se encontraba esa persona en ese momento? ¿Qué sentía? ¿Qué experiencias ha tenido durante toda su vida? Como Don Quijote luchando contra molinos de viento, combatimos gigantes ilusorios. Lo que nos diferencia es lo lejos que hemos llegado en el campo de batalla. No olvidemos que a todos nos une la misma contienda. Ante este desafío compartido, lo más humano sería tendernos la mano y afrontarla juntos. 

«Si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos ve acompañado»

Antiguo proverbio africano.

Quizás a muchos pueda parecerles una utopía. Pero en el pasado existieron muchas utopías hasta que dejaron de serlo. Imaginad lo lejos que podríamos llegar si la confianza se antepusiera al miedo irracional a nosotros mismos, al ser humano en sí. ¿No os entristece a vosotros también la poca fe que tenemos de la humanidad? El mundo está lleno de ejemplos donde el amor y la fe en los demás ha dado lugar a grandes transformaciones. El sentirse vulnerable no es sencillo de sobrellevar, pero a partir de ahí es cuando nos acercamos a una visión más empática, compasiva, más humana. Yo prefiero ver mi mundo a través de los ojos de la confianza, donde siempre espero lo mejor de los demás. Sin duda alguna, creo que es un mundo mucho más bonito en el que vivir.

1 Comment

  1. Enhorabuena por las reflexiones que compartes con todo aquel que tiene la suerte de conocer y «pasearse» por tu página web y tu Blog. Son muy enriquecedoras y un auténtico regalo. Gracias, muchas gracias.

    Sobre el tema de la Confianza: comparto todos y cada uno de los puntos que haces en tu escrito. Ya desde mi niñez, hubo dos refranes que siempre me marcaron por parecerme terribles; tanto por el mensaje (y la manera de «ser y estar» en el mundo) que transmiten como, sobre todo, por la frecuencia con la que se pronuncian. El primero es el que mencionas: «Piensa mal y acertarás». El segundo es «Más vale malo conocido, que bueno por conocer». A medida que fui creciendo, estas frases del refranero popular me parecían todavía más disparatadas y aberrantes.

    En efecto, la confianza es un elemento clave en el desarrollo de nuestra vidas; pero también en la de los demás. Pienso que la confianza hay que ejercerla; es un estado de ser. Hace falta práctica y perseverancia, claro está. La confianza no depende de si las circunstancias que nos rodean son de una u otra manera; si nos agradan más o nos agradan menos. Creo que no hay que confundirla con la esperanza, pues la esperanza implica la existencia de algún tipo de expectativa o deseo, que puede llegar a cumplirse o no. La confianza es mucho más poderosa, en tanto que depende de nosotros y nos conecta con nuestra esencia y nos abre de par en par las puertas de la alegría y de la abundancia. Siempre podemos elegir vivir desde la confianza o no hacerlo. Siempre. Somos libres de elegir cómo afrontamos un hecho o situación, ahí radica nuestra verdadera libertad. Si escogemos la confianza (confianza en la Vida), hija de la comprensión y del amor, seremos capaces de ver las infinitas maravillas que nos rodean a cada momento. Si, por el contrario, elegimos «ponernos las gafas» de la desconfianza, hija del miedo y de la separación de cuanto nos rodea, percibiremos el mundo como un lugar amenazante y repleto de crueldades y abominaciones.

    No vemos las cosas como son realmente; las vemos como somos nosotros en cada momento. El mundo, tal y como es, constituye una creación milagrosa y absolutamente perfecta que nuestra mente plagada de miedos, juicios y condicionamientos no alcanza a comprender. La confianza en uno mismo es clave para iniciar el proceso de vivir de un modo consciente y equilibrado con nosotros mismos y con nuestro medio social y natural. Cuando desconfiamos del otr@, sea alguien de nuestro entorno conocido o no, estamos realmente desconfiando de nosotros mism@s. La oscuridad que creo ver en los demás no es más que un reflejo de la oscuridad que reside en mí; y que rechazo porque me niego a verla. Todas las personas con las que nos topamos y con las que nos relacionamos son maestros que nos indican dónde debemos mirar: siempre en nuestro interior. Es por ello que creo que solo cuando hayamos aprendido a confiar plenamente en uno mismo y a aceptarnos con nuestras luces y sombras, tendremos la comprensión necesaria para vivir desde la confianza y ver la maravilla de todo cuanto es.

    Y nada de utopías. Un mundo de seres plenamente conscientes y (muy) confiados es posible. Es más, creo que es inevitable. Te animo a seguir practicando el camino de la confianza y a difundirlo tan magistralmente como lo haces. No tengas ninguna duda de que la Vida te dará muchos motivos para regocijarte. Te descubrirás sonriendo muy a menudo 🙂

    Gracias de nuevo.

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