Y menos al suelo, añadiría. Si te fijas por la calle, ¡casi todo el mundo anda mirando al suelo! Parece que esté de moda evitar mirarnos a los ojos y, en su lugar, refugiar la vista sobre nuestros pies. No es que tenga algo en contra de los pies o el suelo, pero me he dado cuenta de que cuanto más miro hacia arriba y menos miro hacia abajo, mejor me siento.
¿Y lo bien que se siente mirar el cielo?
Estoy segura de que psicológica y fisiológicamente debe haber una razón detrás de esto, e intuyo que no soy la única a la que le ocurre. Es posible que, de manera inconsciente, creemos un refugio individual mirando al suelo. Yo lo interpreto como una señal de inseguridad y vulnerabilidad, al menos en mi propia experiencia, he descubierto que cuando miro mucho al suelo es cuando más dispersa e inestable me siento, ¡incluso empeora la situación ayudándome a centrarme aún más en mis pensamientos! Por otro lado, también nos perdemos paisajes, detalles y aprendizajes maravillosos a nuestro alrededor, pasando totalmente desapercibidos.
Reconecta
Un atajo para salir de estos bucles viciosos, aunque no nos vaya a resolver todas nuestras preocupaciones de un plumazo, es levantar la cabeza y mirar al cielo. Mirar al cielo en verdad cura, te cura por dentro y por fuera. Parece algo muy sencillo, pero a mi realmente me funciona, consigue que reconecte conmigo misma y que me sienta mejor con una eficacia y rapidez asombrosa.
Generalmente me gusta más por la noche, no sé por qué, pero siento una conexión especial con las noches, y, sobre todo, con las estrellas. Personalmente, mirar las estrellas me permite darme cuenta de lo insignificantes que son mis problemas y preocupaciones, me ayuda a relativizar, a aplicar humor a la vida y a reírme de mi misma.
Una persona hace ya un tiempo me dijo: “eres una herpetóloga que mira demasiado al cielo”. Me pareció una frase preciosa. A pesar de que en aquel momento resultaba una crítica, porque en vez de observar las nubes y las aves pasar se suponía que debía andar levantando piedras (tal y como hice gran parte de mi infancia), yo me quedé encantada.
Fuente de inspiración y sentido
Si me aventuro años atrás puedo encontrarme ya hace bastante tiempo saliendo por la noche simplemente a mirar las estrellas. No sabía muy bien qué buscaba, sólo sabía que me hacía sentirme bien. Supongo que como todo ser humano en aquel momento solo quizás quería hallar respuestas a aquellas cuestiones complejas que ni tú mismo/a comprendes.
Ahora creo que encuentro más sentido a mi atracción por el cielo. Es un hábito del que me siento orgullosa y que practico con frecuencia, ya ni si quiera de forma consciente, acudo a él de forma natural. Muchas veces encuentro una gran inspiración y sensación de bienestar mirando las estrellas por la noche. Me hacen sentir que todo está bien, que todo irá bien.
Para. Respira. Mira
Pienso que con esta vida de locos que llevamos todos, necesitamos parar de vez en cuando, que se nos recuerde que somos seres humanos, pequeñas piezas en este gran universo y que nuestros problemas son motas microscópicas en nuestras mentes fuera de control. Lo peor de todo es que esas motas normalmente son irreales porque aún no existen, y en la mayor parte de los casos nunca existirán. Mirar al cielo nos ralentiza, nos ayuda a volver al momento, a regresar a nosotros mismos/as.
Encuentra aquel cielo que más te fascine, ya sean los amaneceres, el sol radiante del mediodía, los atardeceres o la noche. Si no te llama demasiado la atención el cielo, puedes aplicar cualquier componente de la naturaleza: los árboles, las flores, los animales y todos sus colores, formas y sonidos. Simplemente se trata de volver a encontrarte en la naturaleza, dejarte ayudar por ella, al fin y al cabo, es una de las más sabias profesoras.
Para terminar, te dejo con una cita de Stephen Hawking, que no pudo decir con mejores palabras lo que yo he querido transmitir en este artículo:
“Recuerda mirar a las estrellas y no a tus pies. Intenta encontrar sentido a lo que ves y pregúntate qué es lo que hace al universo existir. Sé curioso/a. Y por difícil que la vida parezca, siempre hay algo que puedes hacer y tener éxito en ello. Lo que importa es que no te rindas”.
Stephen Hawking
Con todo el cariño del mundo,
Andrea.