A veces querría ser más árbol, para con el viento así intimar, y que empujase mis ramas con cariño, hasta que las estrellas lograse acariciar. Querría aprender a adorar el Sol, desde el orgulloso saber de árbol, consciente de cuánta sabiduría en su ser, el astro rojo al día osa traer. Querría ser árbol para guiarme, entre azules, verdes y negros encontrarme, con rayos de luz moldearme, y bajo mis pies así enterrarme. Querría ser árbol para sentirme, ave fénix en semilla contenida, agradecer a las cenizas que me protegían, y que al regreso del viento me despedían.
Querida Tierra
Querida Tierra, en una semilla yo te contendría, y creyéndome fiel a tu sabiduría, en mí te plantaría, ¡fíjate si tan bien crecerías! Ay querida Tierra, tanto amor por tu gente nacería, por sus historias y leyendas, por sus paisajes y creencias, por sus vivencias y fantasías, ¡cómo sino tanta vida se expresaría! Si por mi fuese, en cada nuevo amanecer te observaría, para que en tu pequeño gran cielo acogiese, el sueño de que el mundo te valoraría. En los mismos campos abandonados caminaría, con miradas frescas los rejuvenecería, y ante el renovado viaje yo te sentiría. Ay Tierra querida, ¡Tu sola presencia a mis lágrimas consolarían! ¡Tu existencia a mi alma inspiraría! ¿Qué puedo hacer yo por ti, querida Tierra, sino sentir gratitud por tanta maravilla?
Sus labios susurrarán
Y al final sus labios susurrarán, ¡cuánta hermosura yace escondida en los navíos que partirán! Que la vida viene y va acompasada, entre la calma y la tormenta sosegada. Véase pues el alba ya asomada, y la atrevida corriente azorada. Para el aprender, marea arrastrada, para el vivir, ancla olvidada. Abisales profundidades quisiera levantar, para tan embravavados males así cobijar, mientras en salinos atardeceres obrar, y el milagro naranja de los horizontes pintar. Ocupada entre tantos quehaceres, ¡ay querida! ¡Cuantíos mares abordar tú quieres! Pero orgullosa si me permites tú debieres, pues bajo tanta tempestad, rumbo dirigiste a tu vida marinera, terminando por surcar aguas de libertad.
Eterna batalla
Guerrera quise ser, marcas de batalla sobre mis mejillas pinté, y entre surcos de lágrimas observé, los pasos de la guerra que yo inicié. De lucha mi instinto liberé, mi perdón abracé, y con un valor del que antes ni imaginé, sobre el lenguaje del corazón, así yo medité. Con ardor batallé, la vida conquisté, con alma reflexioné, y con la noche soñé.
Que alguien la dibuje
Por favor, que alguien la dibuje, que alguien la componga, que alguien la inunde de color, que alguien su melodía escoja. Que alguien atreva sus pasos a bailar, que alguien atreva su música a entonar, que alguien atreva su voz a resonar, que alguien atreva su verdad a expresar. Y en el nuevo día a empezar, al fin podría atreverse a pronunciar, ¿quién la vida mía se atrevería a mostrar? ¿Quién podría, si no es mi soñar?
Los ojos con los que te miro
Si pudieses ver a través de ti con el pasaje de mis ojos te enamorarías en este instante de todo lo que eres. Si pudieses descubrir las maravillas que en ti encuentro cuenta darías que tu vivir digno es del más bello cuento. Pues grande y hermosa, inmensa persona. Dulce criatura, creadora de ternura. Vida expresada, sin medida amada, no lo dudes, eres tú.
Atención
La atención llama a mi puerta y se abren los cielos esté donde esté. Maravilla escuchar el mar en el viento y a los árboles tocar instrumentos. Maravilla las sorpresas en el camino mensajes de lo eterno, mensajes de lo divino. Yo os busco, yo os escucho, yo os encuentro. No en los pasos de mi pasado ni en mi futuro incierto. Todo sucedió, cuando me rendí al momento.
Tiempo
Muchas veces me descubro con la intriga ¿cómo no pasar por la vida de puntillas? Cómo impedir la transformación del tiempo en arena en agua en viento. Elementos que traspasan mis dedos sin poder agarrarme a los momentos, siendo la plenitud para mí un misterio. Muchas veces me descubro con ganas de agitar lo suficiente mi interior como para así mirar al cielo y exclamar con una sonrisa mi primer aleluya sincero. ¡Aleluya por estar aquí! ¡Aleluya por ser yo! ¡Aleluya por estar viva! ¡Aleluya!
Cielo
Quise crear algo bello, entonces me paré y miré al cielo. Tomó mis dedos y escribió estos versos. Mención hizo del firmamento, guardián fiel de sus reflejos. Y mis ojos atentos, curiosos se hicieron del viento. Antojándose junto a él volar descubriendo así sus miedos. Incluso en brisa transformado, viento tú me contaste, cuánto temías soplar de nuevo.
Llámame libertad
Soy fuerza encubierta en el alma, pues de límites no comprendo. Grande de espíritu, reflejo tuyo soy. Siempre te acompaño. Siempre te guío. ¡Escucháme! Pero llámame libertad.