El arte de dejarse vivir

Cualquier excusa es perfecta, para no estar aquí. Y lo digo medio avergonzada y medio orgullosa por ser una experta consciente en evadir la vida. Con prestar un poco de atención, nos damos cuenta de que se encuentra en el boca a boca de todo el mundo. Es un hábito social envenenado, pero aceptado. Por eso hay que aprender a observarlo desde fuera, encontrándolo en primer lugar en nosotros. Se puede percibir en la impaciencia, en las idas y venidas al pasado y al futuro, en las inseguridades, en la incapacidad de lidiar con la incertidumbre. Vivir sin saber qué se va a vivir, sin planes ni alternativas. Dejarse vivir

La naturaleza siempre parece tener las respuestas para todos mis problemas, por eso acudo a ella cuando me siento vacía, cuando he caído en el error de no querer estar donde estoy. Ella tan radiante y esplendorosa en toda su expresión, me recibe una vez más con los brazos abiertos. Me recuerda que todo está bien. “No pasa nada” – creo escucharla decir a través del viento y el arrullo de las hojas – “te has creido perder, pero siempre has estado en casa”. El truco está, parece ser, en sentirse plenamente se esté donde se esté. 

Solo así se puede honrar a la vida. Solo así puede sentirse auténtica y plena gratitud. Solo así se puede vivir. Lo demás son decorados que nos empeñamos en poner a nuestros días porque estamos demasiado ocupados como para mirar el cielo estrellado de la noche. Nos conformamos con ver alguna estrella fugaz en ciertas ocasiones, para que su picaresca chispa nos salpique de misterio, de intriga. Pero hemos tenido suficiente, podemos regresar satisfechos y retomar nuestra vida distraída por donde la habíamos dejado.

“Todos los problemas de la humanidad provienen de la incapacidad del hombre para sentarse solo y en silencio en una habitación”.

Blaise Pascal

Creo saber de lo que hablo, pues cuando me descubro temiendo la vida bien me decepciono. Es mi bandera roja, una señal de que algo no va bien. Otras veces me permito tener miedo a vivir, pues ha sido un día largo y he bailado demasiado con mis miedos, necesito descansar. Pero, ¿descansar de qué? ¿Acaso se puede descansar de vivir? ¿Cómo puede resultar más atractivo desconectar de la vida, y aún más siendo por miedo? Aunque disfruto enormemente de los incesantes pequeños placeres de la vida, me prometí no volver a tener miedo a vivir. Sin embargo aquí sigo rindiéndome al miedo. Cuánto cobijo, cuánta protección y resguardo se siente bajo el amparo del no saber. Pero lo hermoso termina llegando al darse cuenta, en ser paciente y perseverar. El origen de todo está en el estar, en descubrir que aunque sientas que te has vuelto a perder, la puerta siempre ha estado enfrente tuya, abierta de par en par.

Leave A Reply

Navigate