Haz hueco a lo que te importa

No me creo nunca capaz de decirme a mi misma que he destinado demasiado tiempo a estar en contacto con la naturaleza. Cuanto más, podría arrepentirme de no pasar más momentos y experiencias junto a ella. Y me llama, vaya si me llama. Escucho su voz constantemente, allá donde vaya. Cuando me encuentro agobiada o incómoda y me doy cuenta de que he estado todo mi día entre cuatro paredes, la busco. Ella siempre está dispuesta a recibirme con los brazos abiertos. Si paso demasiados días sin atenderla no me suelo sentir bien. Es curioso además que la calidad de mi tiempo con ella se incrementa considerablemente cuando la disfruto en soledad. Acompañada siempre es una preciosa experiencia a compartir, pero la intensidad de la conexión no es la misma. Es en esos momentos de soledad donde llegas a reflexiones tan profundas como cuál es tu lugar en el mundo, la calidad de tu vida o tu relación contigo mismo/a o los demás. 

Siempre es interesante dar un paso para atrás y observarte como si fueras el protagonista de una historia. Entonces te ríes de aquellas pequeñas desgracias que le dan un toque humorístico a la trama, pero que sin ellas no sería una historia tan digna de ser contada. Incluso quizás puede sentirte hasta agradecido/a de haberlas vivido. Relativizas y te inundas por momentos de una inmensa gratitud hacia todo aquello que sepas dar cabida en tu corazón. Pocas cosas realmente importan cuando alcanzas este nivel de perspectiva. Te sientes tan libiano, tan libre. Son esos momentos de conexión con la naturaleza los que me permiten revivir profundos sentimientos que me recuerdan todo lo que es verdaderamente importante para mí en la vida. Así soy capaz de reorientarme en mi camino, recordarme a mí misma porqué hago lo que hago – ¡Ah sí! Que no se me olvide… que no se me olvide cómo se siente…– En esa intensidad de sentimientos es complicado pensar que te pueda volver a pasar. Y pasa, se me vuelve a olvidar, porque al fin y al cabo somos seres humanos y de eso se trata, de aprender. Pero la naturaleza siempre va a estar allí para recordármelo todas las veces que hagan falta, con una paciencia infinita, incansable. Por eso para mí esos momentos no tienen precio. Por eso yo siempre le busco huecos a la naturaleza en mi vida.

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