Y al final sus labios susurrarán,
¡cuánta hermosura yace escondida
en los navíos que partirán!
Que la vida viene y va acompasada,
entre la calma y la tormenta sosegada.
Véase pues el alba ya asomada,
y la atrevida corriente azorada.
Para el aprender, marea arrastrada,
para el vivir, ancla olvidada.
Abisales profundidades quisiera levantar,
para tan embravavados males así cobijar,
mientras en salinos atardeceres obrar,
y el milagro naranja de los horizontes pintar.
Ocupada entre tantos quehaceres,
¡ay querida! ¡Cuantíos mares abordar tú quieres!
Pero orgullosa si me permites tú debieres,
pues bajo tanta tempestad,
rumbo dirigiste a tu vida marinera,
terminando por surcar aguas de libertad.